Después de estar un buen rato disfrutando del impresionante Monte Saint-Michel salimos hacia San Maló, a unos 55 kilómetros de distancia y menos de una hora de trayecto.
Hay varios parking a la entrada de la ciudad donde dejar el coche, pero estaban llenos, así que optamos por callejear y para nuestra suerte encontramos un hueco en la zona azul, allí lo dejamos aparcado y empezamos nuestra visita.
San Maló, está en la costa norte de la Bretaña francesa y es conocida por su ciudad amurallada y sus playas. Fue uno de los puertos mas importantes de Francia entre los siglos XVII-XVIII. Todo el casco antiguo está fortificado y pasear por él es una autentica maravilla, hay muchos bares en el interior de la muralla y muchisima gente paseando, comiendo o disfrutando de algún espectáculo callejero y digo espectáculo porque algunos son una maravilla, nosotros nos detuvimos con un mago-mimo que nos tenia con la boca abierta.
La ciudad antigua está amurallada y se accede a ella por varias puertas, esta es una de ellas.
Parte del Intra-muros
Las murallas y las fortificaciones datan del siglo XVII y fueron construidas como protección frente a las invasiones inglesas y holandesas.
Tras visitar la ciudad antigua y caminar por una de sus murallas, bajamos a la playa.
No hacia mucha calor aquel día, yo diría casi que frío, así que no habia mucha gente en la playa tomando el sol, aunque si mucha gente con cometas, disfrutando de la ventolera del día.
Muy cerca de la muralla, en la playa, está el la pequeña isla Petit Bé, donde se puede llegar a pié y visitar el fuerte, construido con finalidad defensiva, si la marea está baja.
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