Piran está al suroeste de Eslovenia, a unas dos horas en coche desde la capital Liubliana.
Antes de llegar a Piran, paramos en las grutas de Skocjan, "Skocjanske Jame", un conjunto de cuevas de unos 5 kilómetros de pasajes subterranos, cuevas de gran profundidad... En 1986 la UNESCO las consideró patrimonio de la humanidad. Si se puede, no dejeis de visitarlas, merece la pena la visita.
Tras salir de las cuevas pusimos rumbo a Piran, en la península de Istria, en el mar Adriático. La mayor parte de esta península pertenece a Croacia, una parte a Eslovenia y una parte muy pequeña a Italia.
No se puede acceder en coche a la ciudad, tienes que aparcar en los aparcamientos habilitados para ello en las afueras y utilizar el transporte público que de deja en la misma plaza de Tartini, una plaza dedicada al violinista nacido en la ciudad Giuseppe Tartini.
A pesar de estar en Eslovenia esta ciudad es diferente. Su influencia de arquitectura gótica veneciana es innegable. Desde la plaza Tartini se ve la torre de la iglesia de San Jorge y te recuerda mucho al Campanile de San Marcos en Venecia.
Un paseo por la ciudad y una pequeña colina te dejan en la misma iglesia.
Las vistas panorámicas desde la torre son impresionantes.
Piran está rodeada de murallas medievales que sirvieron de protección frente a los ataques que sufrió la ciudad.
Una pequeña placita
El puerto de Piran tiene su encanto y le da ese toque característico que tiene toda ciudad que está junto al mar.
El paseo marítimo es similar y diferente a la vez de lo que conocemos en España. Bares, restaurantes y tiendas de recuerdos a un lado, y al otro el mar. Aqui las costas son de arena mas o menos fina en las que se puede jugar al voley playa, volar cometas, tomar el sol tranquilamente o porque no, llevarte la neverita, comer y pasar un día playero en familia, allí son grandes piedras que sirven fundamentalmente para tomar el sol, el acceso al agua está restringido a zonas específicas para ello con escaleras de piedra y barandillas.
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